En los años 90, cuando Internet todavía era cosa casi de ciencia-ficción y las revistas de videojuegos eran nuestra Biblia, llegó un objeto de culto que todos mirábamos con deseo: el Game Genie. Este accesorio, creado por la compañía Codemasters, era básicamente un cartucho intermedio que permitía introducir códigos para alterar la programación de un juego. Dicho de otra manera, era la llave maestra para tener vidas infinitas, saltos imposibles, niveles ocultos y, en muchos casos, romper completamente el juego.
¿Cómo funcionaba el Game Genie?
El Game Genie no era un “cartucho pirata”, sino un dispositivo que se conectaba entre el cartucho original y la consola. Al iniciar el jueog, mostraba una pantalla previa donde podías introducir códigos alfanuméricos (publicados en revistas o en los manuales que venían con el propio accesorio). Estos códigos modificaban directamente ciertas direcciones de memoria del juego, alterando parámetros como el número de vidas, la cantidad de energía o munición, acceso a fases ocultas, efectos extraños como gravedad alterada o enemigos inofensivos…
Básicamente, lo que hacía el Game Genie era interceptar la lectura de la ROM original y forzar valores diferentes en la RAM de la consola. Eso lo convertía en una herramienta tanto de diversión como de experimentación.
Tuvo versiones para varias plataformas de la época: NES, Game Boy, Super Nintendo, Mega Drive, Game Gear…
Todas funcionaban de manera muy similar, aunque con limitaciones propias del hardware.
Polémicas y aceptación
Nintendo, en su línea habitual de tratar de controlar su ecosistema con puño de hierro, intentó frenar la comercialización de Game Genie en Estados Unidos. Demandó a la distribuidora Galoob alegando que el dispositivo creaba “obras derivadas no autorizadas” al modificar el código de sus juegos. Sin embargo, un tribunal dictaminó que el Game Genie no infringía derechos de autor, ya que no copiaba ni distribuía el software original, simplemente lo modificaba de manera temporal en la consola del usuario. El fallo significaba que los trucos eran legales.
Muchos jugadores lo adoraban. Revistas como Nintendo Power se resistieron al principio a publicar códigos, debido a la tensión con la compañía, pero otras muy famosas llenaban páginas con listados interminables de claves para sacarle jugo al dispositivo.
Visto en perspectiva, el Game Genie fue mucho más que un accesorio. Fue el precursor de toda una cultura de cheats y modding. Representaba la posibilidad de ir más allá de lo que los desarrolladores habían diseñado. Muchos chavales de la época descubrieron el placer de trastear con la lógica de un juego, experimentar con glitches y sentirse programadores en potencia.
De hecho, se puede decir que el Game Genie fue el predecesor directo de herramientas como el Action Replay o el GameShark, que dominarían la era de PlayStation y Nintendo 64.
Actualmente es prácticamente un pequeño objeto de colección. Los cartuchos físicos aún circulan en eBay y mercadillos retro, y curiosamente, en 2012 la marca Game Genie fue resucitada por Hyperkin, lanzando un dispositivo para PlayStation 3, que no tuvo mucho impacto.